Prioridades

Me despierto cada mañana sobre las 5. Lo sé. Es una hora intempestiva pero mi reloj biológico se ha acostumbrado a despertarse a esa hora después de trabajar tantos años en la fábrica. La verdad es que procuro volver a dormirme. Cierro los ojos. Me doy la vuelta. Me acurruco con el gato calentándome los pies. Hacia las 6 me levanto para liberar la vejiga y beber un vaso de agua templada. No sé por qué. El médico me dijo que era bueno en ayunas pero no recuerdo el motivo.

Vuelvo a la cama y sigo haciendo calculos mentales, multiplicaciones, restas…memorizar los cumpleaños… Creo que es un buen sistema para manener la cabeza ocupada y no pensar en los dolores de las piernas, la espalda y algún otro que se va sumando día a día. A las 9 aparece Mª Jesús, una mujer encantadora a la que mis hijos pagan para que les avise cuando me muera. Me levanto y con su infinita jovialidad me hace sonreir junto a mi café con leche caliente.

Tiene unos pequeños ojos color caramelo que han visto muchas penurias pero que sólo despiden felicidad. Sus ojos siempre ríen. Aunque el día sea gris. Aunque tenga un nuevo gasto extra. Aunque tenga un disgusto. Ella vendrá con los ojos riéndo. Agradezco a mis hijos que haya sio ella la elegida.

Y después llega mi reto. tengo que llegar andando al duodécimo banco del parque. ¿No es un gran reto? Para mi ya lo es levantarme por la mañana. Cada día es un regalo desde el accidente. Pero llegar al banco supone no tirar la toalla. Hay dias que no lo consigo. No pasa nada. Un fracaso no supone perder el control. Otros, como hoy ¡lo consigo! Estoy exhausto pero lo he logrado.

No importa que nadie pueda compartir mi reto. Es mio. Yo me lo he puesto. Yo lo he conseguido. Sigo siendo dueño de mis ilusiones y de mis logros. Hoy ha sido un triunfo y así lo celebraré.

Magnolia desahuciada